Page 9 - Ego Group Memoria 2016
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Filadelfia.. Siempre había tratado de ser “independiente” aún en los años de colegio donde
se le prohibía tener cruzadas las piernas y donde había que cantar un himno letárgico,
“cartilaginoso” — con demasiadas cuartetas —, ¡maldita tradición!

… “Pues, mire usted”, se comentaba encomiablemente, “el muchacho se presentó en el banco
y ya lo ve, obtuvo el puesto de cajero.”

— Era el mismo banco donde un administrador había pedido certificado para justificar la
ausencia de un empleado enfermo, y el enfermo, molesto, le había respondido con una bacinilla
descarada. —

Juan Luis nunca fue afecto a la política, aunque luego se hicicera devoto de sus ciencias, por
saber evadir lo mal politizado. Del “Contrato Social”, a 1776 por convicción, demócrata:
Libertad e Igualdad, y fiel a tres poderes; aunque luego su ancestro, Leviatán majadero,
quisiera disuadirlo de su trastienda inglesa. Y también fantaseaba nuestro Juan Luis sin
trópico, como de ron de caña, de “Cogito ergo sum” metafísico trago.

Y así era su embriaguez; acaso su verdad. Con ella, tan dispuesto, paciente, y educado. No
había error, los reveses eran parte del cálculo. Podía llevar su mundo, habitar donde quiera,
andar a su capricho por los establecidos patrones seculares y mantener el juego con libertad
de paso domando carruseles de tiempo y de distancia, costumbres giradoras que a muchos
divertían. Su sueño era su ebrio; ebriedad que tratara en una sola vida de remontar el ser en
espirales lúcidas.

Mas, recapitulemos. Juan Luis reconocía edades y túneles. Ya lo hemos mencionado: “el día
de la pedrada”, hablado de antropólogos e inditas, de Coca Cola en calabozos empedrados, de
“tilos” y de erres con política.

Entre letras, metáfora evocada, tiempo inmóvil que perdía el equilibrio desplazando su
impromptu de arbitrario compás y caprichoso énfasis, repitiendo memorias o ficción de
sorpresas, entre neón, carreteras y oscuros de candil.

¿Qué crees, Juan Luis; que la unidad se va a bolina? Uno es Urano, pero yo hablo de uno: de ti
y de mí, Juan Luis. “¡Uno busca lleno de esperanza…!” No hagas caso Juan Luis, quédate con
la caja de Pandora completa. Con la “U” no se juega. Te pones a unir y a unir y cuando crees
mirar a uno, lo que ves es a un tahúr que mueve el Unicornio y sale Un Coup de Dés,
Y no es que no lo seamos, uno, en este anecdotario de ficción y de vida que une y desune tanto.

— “Y ¿si no por la “U”, por cual nos decidimos?”, dije a Juan Luis.
— “Vela latina, vela tarquina, galera turquesa, la paz de Riswyck, clíper y
galeón –guerrean juntos a veces– ¡Cuánto barco y cuánta letra!
¡Por la M me decido!”, dijo Juan Luis.
Lo ironicé: — “¿Marinero, maromero...?”
—“No”, se sonrió. “Juan Luis de “mari” ¡no!”
Pregunté cauteloso: “¿Y… de quién letra empezamos…?”
— “De Mefistófeles”, dijo.
— “¡¿Infierno?!”, repliqué.
— “¡No! De plano, aclaró. Era un disco de Caruso marca Angel, sabe usted, de pasta gorda,
grabado acústicamente para fonógrafo de cuerda y alta vocina que también era diafragma con
aguja.”

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