Page 11 - Ego Group Memoria 2016
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n Luis recordaba una tarde en el Pireo camino a Salamina. Había dejado el recuerdo de
platos astillados en el Plaka. Fue la noche del Binaca y la españolita que al entrar en el elevador
dijera atrevida mirando a Juan Luis:

— “Miren a ese come… parece que se acaba de cepillar los dientes.”—

Juan Luis no se inmutó ni la españolita supo nunca que Juan Luis hablara su idioma.

En el azul purísimo, el Pireo quedó atrás. El “ferry” de Salamina alcanzó la islita. En la playa
unos pescadores sacaban sus redes.

Octópodo, molusco, cefalópodo: Salamina — ocarina del mar — ofrecía deleite de ocho
tentáculos en playa a la parrilla. Ninguno de los ocho había leído a Eurípides ni enmasculado
a Urano ni encintado a Venus — espuma batida, unípara de Eros al formarse en la mar. — Ni
“Prohibían consumir huevos de tortuga” ni trajeron noticias de “Il Popolo d’Italia” y menos del
17 de enero de 1940 cuando Galeazzo, acompañado de Jacomoni, discutía con el Duce la
situación Albana, mientras Juan Luis era operado de cólico miserere en un hospital municipal.
Y todo, pretexto informal y redondo para entrar en la “O”.

Gracias Grecia –efharisto; en nombre de Juan Luis: parakalo.

A no ser el propio mundo grave y sistemático que siempre ha sido tan viajero, pocos habrían
viajado tanto como Karol Wojtyla. Pero… ¿Y qué es el viaje?

Juan Luis ya conocía la anestesia, los ómnibus, los trenes y “El Anita” caboteando el
Guacanayabo desde el puerto añil de Manzanillo, amén de arrias como “arriero” por declives
y cuestas serranas en paseo de mulos; y de viajar asiduo en Geografía, y por universos
microscópicos; y había conocido viajes por reflejo los viajes texturas, los viajes de sueño y los
altos viajes por brillos y destellos que alcanzaba con verso.

¿Dónde estaba Juan Luis cuando jugó el Habana en el antebellum del 57?

¿Qué hacía caminando por Calzada hacia “El Carmelo” ese día veraniego del 68?

Entre el primero y el 26 de julio se habían sucedido viajes suburbanos de la Habana hasta
Güines, de Güines a la Habana; de la Habana a Jibacoa, Arroyo Bermejo y Santa Cruz del
Norte y, viceversa. ¡Cuánto viaje chiquito, Juan Luis! Y cuánto más viajarías antes y después
de las huellas evaporadas, cuando el tiempo no perdía el equilibrio ni había ruido ni vértigo en
los túneles.

A las otras mayúsculas se habían unido la “D” y la “O” en esta urdimbre que continuaría su
desorden.

Fingal O’Flahertie Wills era condenado a dos años de prisión por ultraje a la moral y
homosexualidad, pero, en 1898 escribía: “…Cada cual mata lo que ama: el más cobarde con
un beso, el más valiente con una espada…” En 1892, el año de la muerte de su poeta, se
publicaba “Hojas de Hierba”. En 1872, George Westinghouse inventaba el freno de aire
comprimido utilizado en los ferrocarriles de todo el mundo. Y, mucho antes, en 1648, se
concertaban en Westfalia los tratados que pondrían fin a la guerra de los Treinta Años.

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